martes, 16 de febrero de 2010

1 comentario:

  1. Jiddu Krishnamurti y su muerte.
    EL ÚLTIMO PASEO

    por Asit Chandmal

    Me parece verlo ahora, saliendo del portal de Vasant Vihar, en Madrás, caminando con su sobrino Narayan, dos brahmines dignos, uno de 90 y el otro de 60 años, pero que aparentan ser décadas más jóvenes, dirigiéndose a la plataforma bajo el árbol iluminado, donde miles de personas lo esperan.

    El sube lentamente a la plataforma cubierta con tela y se sienta en meditación, solo, como si estuviera en esa montaña solitaria donde perpetuamente nace un arroyo que es el Ganga.

    Entonces habla.

    Más tarde esa noche, me dice: “Algo entró dentro de mí. Algo me ha ocurrido”.

    El habla del nacimiento y comienzo de toda energía, la percepción del sendero que conduce a la fuente de toda creación. Luego de una hora, se sienta en silencio. Un niño se le acerca con una flor. El se vuelve, sonríe y toma la blanca flor de champak. El niño sonríe. El sermón termina con el silencio y la sonrisa.

    El ha dicho que ésta es su última plática.

    Entre las imágenes imperecederas está la de mis tías y primos llorando silenciosamente en la segunda fila de sillas, mientras mis sobrinas e hijas están sentadas en el suelo, con la triste historia de la muerte de reyes retratada en sus rostros.

    Es la noche del 4º día de enero, 1986. El cuerpo tiene seis semanas más antes de morir.

    En esa noche antes de la última plática, dejándose llevar por un impulso, mi hija de 18 años, Clea, voló desde Singapore a verlo. No lo había visto desde que tenía 13 años y era estudiante en Rishi Valley. Vamos a verlo en la mañana. Cuando entramos a su cuarto se sienta en la cama para hablar con ella. Hablamos acerca de biología molecular, genética, y de qué pasaría si las computadoras y estas otras tecnologías se encuentran, se combinan y crecen. ¿Qué pasaría entonces con el cerebro humano?

    Entonces se dirige a ella y dice: “Tú vas a Cambridge. Los profesores allí son muy listos, ganadores de premios Nobel, todos tienen muchos conocimientos. Saben mucho más que tú, son las autoridades.

    Ellos dirán: “Nosotros enseñamos, nosotros hablamos y tú haz de escuchar”. Entonces, ¿qué harás tú? ¿Cómo estudiarás con hombres que te dictan sus conocimientos y te dicen que aprendas lo que ellos te enseñan? ¿Con qué calidad de mente te encontrarás con mentes así?”

    Una energía extraordinaria emana de él.

    En ese momento, Parameshwar, el cocinero, entra con el desayuno. Pone una bandeja con idli y ghee en la cama. Krishnaji nos ofrece compartir la comida y pregunta si queremos té o café.

    En los días siguientes se reúne con sus amigos y asociados de la Fundación Krishnamurti de la India, a veces individualmente y a veces en grupo.

    Nos habla de muchas cosas, de escuelas, de centros de estudio, del silencio. Al finalizar la última reunión nos dice: “Estén absolutamente alerta y no hagan ningún esfuerzo”.

    Le pregunto si éstas son sus últimas palabras para nosotros y se sonríe.

    Aunque está débil y perdiendo peso y tiene sus comidas en la cama, sale a dar un paseo a pie cada noche. Cada noche el mismo paseo.

    Va en auto desde Vasant Vihar hasta Adyar, atravesando los terrenos de la Sociedad Teosófica, hasta que llega a la casa de Rhada Burnier, en la playa. Ella es la presidenta de la Sociedad, cargo que ganó en unas elecciones, a su oponente, su tía Rukmini Devi Arundale.

    El camina por la playa donde fue “descubierto”, encontrado y adoptado y también iniciado, en la playa de Adyar, hace 75 años, la última vez que el cometa Halley entró en la órbita que lo llevaría cerca del sol.

    Sigue...
    http://seaunaluzparaustedmismo.blogspot.com/search/label/Jiddu%20Krishnamurti%20y%20su%20muerte.

    ResponderEliminar