sábado, 22 de enero de 2011

Vivir en el aquí y en el ahora.

Se hace necesario volver a vivir en el ahora, estar presente, aquí y ahora. Todo lo que podríamos llamar problemas se resuelven en el ahora. Todo cambio se produce en el ahora. Todo proceso siempre será en el ahora.

La mayor parte de las veces se vive en el futuro o en el pasado, más no en el ahora. Para ello se hace necesario tomar conciencia del momento presente y comenzar a disfrutarlo. Darle vida y movimiento. La escritora y terapeuta Barry Steven en su libro:"No empujes el río porque fluye solo" ha escrito esta genial obra y lo ha hecho en tiempo presente. Este es un buen libro para atesorar me dijo alguien una vez. En él, detalla su convivencia en compañía de indios Navajo e indios Hopi. Culturas como éstas y muchas otras nos recuerdan la verdadera naturaleza de nuestro paso por este amado planeta. Cualquier persona que este verdaderamente conectada con el momento presente nos recordará que este es el único momento que realmente tiene importancia.

Vivir en el ahora no es muy fácil, hay demasiado para pensar y roer con nuestros pensamientos. La tarea es dejar de pensar y permitir que las cosas fluyan. Todo es efímero, se desvanece. Todas las formas son pasajeras, lo único que queda inmutable es el constante cambio.

Disfrutemos del cambio permanente y nos sorprenderemos de lo nuevo que hay dentro de nosotros. Namastey.

1 comentario:

  1. Jiddu Krishnamurti y Nitya.

    Mi hermano ha muerto;
    éramos como dos estrellas en un cielo desnudo.
    Él era igual que yo:
    la piel tostada por el cálido Sol
    en la tierra de suaves brisas,
    oscilantes palmeras,
    y ríos de agua fresca;
    donde son innumerables las sombras,
    y hay cotorras y papagayos de vivos colores.
    Donde las copas verdes de los árboles
    danzan bajo la refulgente luz del Sol;
    donde hay dorados arenales
    y mares de color verde azulado:
    donde el mundo vive bajo el peso del Sol,
    y la tierra cocida es marrón mate;
    donde el arroz verde
    centellea cautivador en las aguas limosas,
    y los cuerpos tostados, desnudos, brillan
    libres en el resplandor deslumbrante.
    La tierra
    de la madre que amamanta a su hijo al borde de la carretera;
    del devoto amante
    que trae en ofrenda vistosas flores;
    del santuario a la orilla del camino;
    de intenso silencio;
    de paz inmensa.
    Murió;
    lloré en soledad.
    Allá adonde iba, oía su voz
    y su risa alegre.
    Buscaba su rostro
    en cada caminante
    y a cada uno preguntaba si había visto a mi hermano;
    pero ninguno de ellos podía darme consuelo.
    Rogué,
    recé,
    mas los dioses guardaban silencio.
    No me quedaban ya lágrimas;
    no me quedaban sueños.
    Lo busqué en todas las cosas,
    en todos los países.
    Lo oía en el susurro unísono de los árboles
    llamándome a su morada.
    Y luego,
    en mi búsqueda,
    apareciste Tú,
    Señor de mi corazón;
    sólo en Ti
    vi el rostro de mi hermano.
    Sólo en ti,
    mi eterno Amor,
    veo los rostros
    de todos los vivos y de todos los muertos.

    El Canto de la Vida, 1931.
    Krishnamurti 100 años de Sabiduría, Evelyne Blau.
    http://seaunaluzparaustedmismo.blogspot.com/

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